Las personas acuden a terapia por distintos motivos, ya sea porque sienten que hay dificultades o cambios que no pueden manejar adecuadamente o porque se sienten mal con algún aspecto de sí mismos o algún ámbito de su vida, lo cual les impide vivir una vida plena, satisfactoria y llena de bienestar. En terapia, el psicólogo ayuda a los pacientes a conocerse mejor a si mismos y sus problemas, a potenciar sus fortalezas y debilidades y a desarrollar recursos adaptativos y eficaces que le permitan tener una visión más clara de sus problemas y de cómo solucionarlos. La terapia es un proceso que requiere de distintos elementos para hacer posibles los objetivos o cambios que el paciente quiere lograr.
Uno de esos elementos claves es el vínculo terapéutico, también conocido como alianza terapéutica, el cual se refiere a la relación colaborativa que establecen el terapeuta y el paciente. Para generar este vínculo terapéutico es necesario, por un lado, un acuerdo entre el terapeuta y el paciente sobre los objetivos que se quieren conseguir en la terapia y las tareas necesarias para alcanzarlos y, por otro, una relación afectiva basada en la confianza, comprensión, respeto mutuo y colaboración y compromiso con la terapia.
¿Cómo se forma un buen vínculo terapéutico?
Hay distintas características, tanto del terapeuta como del paciente, que favorecen la formación de un vínculo cálido y seguro entre ambos. Si bien es importante la experiencia del terapeuta y las técnicas que utiliza en terapia, también es fundamental que el paciente perciba al terapeuta no solo como una persona autentica, honesta, digna de confiar, cálida y atenta, sino también como una persona que le brinda aceptación y validación incondicional a lo largo de toda la terapia. Por otro lado, las expectativas que tiene el paciente de poder establecer una buena relación con el terapeuta y de obtener una mejoría en terapia también favorecen la formación de este vínculo afectivo y colaborativo. La motivación y la capacidad de trabajo del paciente también influyen en la formación y mantenimiento de este vínculo. Por tanto, las características del terapeuta y del paciente juegan un papel importante en el establecimiento del vínculo terapéutico.
¿Por qué es importante este vínculo?
¿Qué beneficios aporta al terapeuta y al paciente y su proceso y resultados de terapia? Por un lado, una relación segura entre el terapeuta y paciente es en sí misma una nueva experiencia emocional para el paciente en la cual puede exponerse, en circunstancias más favorables y sin las consecuencias temidas, a alguna situación o problema que no había podido resolver anteriormente. El paciente se percibe a sí mismo en un contexto seguro en el que cuenta con una persona (terapeuta) que le proporciona empatía, seguridad y confianza y le ayuda a desarrollar los recursos y habilidades necesarias para afrontar el problema que tiene.
Por otro lado, la fortaleza de la alianza terapéutica se considera como una variable que predice el éxito o fracaso del tratamiento, de tal forma que una relación terapéutica positiva se asocia con buenos resultados en la terapia. La formación de un buen vínculo al inicio de la terapia incluso puede favorecer el que los pacientes consigan un cambio con mayor rapidez y finalicen la terapia en un menor periodo de tiempo. El vínculo terapéutico suele establecerse y adquirir mayor fortaleza al inicio de la terapia y suele disminuir posteriormente para volver a mejorar al final de la terapia. En ocasiones, este vínculo puede sufrir alguna ruptura por distintos motivos, sin embargo, estas rupturas pueden tener un efecto positivo en el proceso terapéutico si son manejadas adecuadamente por el terapeuta.
Todo lo mencionado anteriormente nos refleja la importancia del vínculo terapéutico y cómo influye al inicio, durante y final de la terapia. Un vínculo terapéutico basado en la confianza, seguridad y calidez parece favorecer y acelerar la obtención de los resultados terapéuticos deseados y establecidos en la terapia. Esto nos brinda la oportunidad, tanto a los terapeutas como a los pacientes, de comprender que el éxito de la terapia no depende exclusivamente de la experiencia profesional o las técnicas utilizadas por el terapeuta, sino que la relación afectiva y de colaboración que se estable entre terapeuta y paciente juega un papel relevante y significativo en el camino hacia el logro de los objetivos de la terapia.
Autora: Andrea Varaona Santos
Referencias.
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