En nuestra sociedad, a través de los medios de comunicación, de las películas y libros, se ha dado mucha importancia al amor romántico. Existiendo toda una narrativa relacionada con que “el amor todo lo puede”, “hay que sufrir por amor”… etc. Esta idea romántica del amor incluye que el sufrimiento forma parte de tener una relación amorosa perfecta, donde lo importante es la fusión y la negación de las necesidades individuales de la relación.
Es innegable que nuestras primeras experiencias con nuestros padres y personas significativas en la infancia nos van a marcar como nos vamos a relacionar con otras personas de ahí en adelante. Qué amigos elegimos, como nos comportamos con ellos, qué parejas seleccionamos y que rol asumimos en esa pareja. Pero, sobre todo, como nos tratamos a nosotros mismos y lo que nos permitimos sentir o no.
Dependencia Emocional
Cuando tenemos un pasado con unos padres que no estaban lo suficiente, que nos daban poca atención o ésta era basada en el castigo agresivo o en la distancia, el niño aprende que eso es lo normal y que esas “migajas de cariño” están bien y que tiene que relacionarse agradando para poder recibir esas “migajas”. El niño/a también entiende que si el otro le trata así es porque no es suficientemente bueno o no es válido. Y aprende, a que tiene que validarse en los demás para entender que está haciendo bien las cosas.
A partir de ese momento, elegirá personas más frías o distantes, que no le tratarán muy bien, pero “que como eso es lo normal”, tendrá que agradarles para recibir atención y cariño e intentará validarse en esas figuras ya que “él no es lo suficientemente importante o lo que diga o siente él no importa”. Estamos hablando de que ese niño/a asumirá un papel de Dependencia Emocional a partir de ahora y elegirá personas que cumplan un rol activo o autoritario como lo hacían sus padres.
De esta forma, sus relaciones no serán equilibradas en el cariño que se da y se recibe: siempre habrá una persona que tenga un mayor poder sobre la decisión de qué hacer en la relación (el otro), al que idealizará (“él/ella tiene todo lo que no tengo yo”) y centrará todas sus atenciones en agradarle para así sentirse válido a través del otro.
El comportamiento en pareja
En la elección de pareja, las personas que tienen rasgos dependientes van a elegir por ello a personas distantes o frías a las que idealizarán y cuya relación donde hay abuso emocional por parte del otro, se convertirá en el centro de sus vidas: la pareja tendrá prioridad sobre cualquier otra cosa. Se olvidarán de ellas mismas (de hecho, debido a su baja autoestima no están realmente conectadas con lo que necesitan emocionalmente o de desconectan en pro de la pareja) y pedirán exclusividad total de su pareja.
La persona con dependencia emocional a pesar de la distancia, de la falta de cariño por parte del otro, del maltrato, seguirá dando cariño aguantando esos comportamientos a la espera de que el otro/a en algún momento se de cuenta y le de el cariño que merece. Pero eso nunca llega. De hecho, el otro/a asentado en su rol de poder aumenta esos comportamientos punitivos como forma de control de su pareja. De esta forma, comienza una lucha entre la persona dependiente y el otro distante y autoritario por el poder de la relación y el reconocimiento de la persona con dependencia emocional hasta que uno de los dos acaba dejando la relación. Puede ser que el autoritario/distante se agobie por las constantes llamadas a la exclusividad o a los reproches realizados por la persona dependiente o que la persona dependiente se canse de no recibir el cariño que espera. Pero lo que es cierto es que ese periodo de lucha y resistencia en la pareja puede durar mucho tiempo hasta que se rompe.
Es posible que en ese momento la persona con dependencia emocional acuda a terapia porque se sienta desbordada y triste, que tenga ataques de ansiedad, que no sepa quién es porque se ha perdido en el otro… etc. Es a partir de ahí cuando se puede comenzar una terapia psicológica que estará centrada en reconstruir su autoestima y reparar sus relaciones de apego para que a partir de ese momento se conecte con sus necesidades y pueda elegir personas sanas como pareja.
Pero… entonces, ¿cómo sé si soy una persona con dependencia emocional y necesito ayuda en mi relación de pareja?
Si cumples varios de estos puntos podría ser así:
- Necesidad excesiva del otro, deseo de acceso constante a él.
- Deseos de exclusividad en la relación: aislarse voluntaria o no voluntariamente del entorno para dedicarse por entero a su pareja y anhelar que la pareja haga lo mismo.
- Prioridad de la pareja sobre cualquier otra cosa.
- Idealización del otro como alguien que tiene lo que “a uno le falta”.
- Relación basada en la sumisión y la subordinación: el otro decide todo, si no estoy de acuerdo hago lo que el otro quiere para que no se enfade, incapacidad para decir que NO…etc.
- Historia de relaciones de pareja donde existe un desequilibrio de poder.
- Asumir las creencias y los gustos de la pareja como propias, aunque en un inicio no se estuviera de acuerdo con ello.
- Necesidad constante de agradar al otro.
- Miedo intenso a la soledad.
- Baja autoestima.
- Miedo intenso a la ruptura, incapacidad de dar este paso a pesar de que uno está mal en pareja.
Si te ves reflejado en varios de estos puntos significará que tienes una relación de Dependencia Emocional. Ese es el primer paso para trabajar tu autoestima y comenzar tu terapia para poder estar bien y tener una relación sana de pareja.
Autora: Elisa Fernández Villacorta