En el individuo, la forma en que éste se desenvuelve en su ambiente, la manera que tiene de relacionarse con aquellos que le rodean y la interpretación que hace de los hechos que le suceden tienen una clara influencia en su salud y bienestar mental. Sin embargo éstas no dependen únicamente de su actitud subjetiva sino que reciben de forma determinante la influencia de las circunstancias que le rodean. Ortega y Gasset lo expresa claramente en su famosa frase “yo soy yo y mis circunstancias, y si no la salvo a ella no me salvo yo” (Ortega, 1914).

Dentro del abanico de estructuras que pueden influir en la percepción e interpretación por parte del sujeto de sus circunstancias, existen determinados sistemas que tienen una mayor importancia en el proceso que conduce a la elaboración de la personalidad, carácter y socialización del individuo y por lo tanto a la construcción de su manera de concebir la realidad, el aprendizaje de sus valores y la formación de sus objetivos y preferencias vitales, así como también al desarrollo de sus temores, inseguridades, frustraciones y miedos.

La familia, sin duda, juega un papel determinante en la constitución del yo. Ese yo al que se refiere Ortega, es lo que es por aquello que le rodea y por las influencias a las que se ve sometido y la familia, sin duda, es la principal influencia en la creación del sujeto como yo individual, particular y único y en función de las relaciones que se establezcan entre ambos, surgirá un yo con unas características concretas.

La familia desde el punto de vista psicológico

Desde el punto de vista psicológico, la familia puede ser vista como vector en relación al individuo en dos aspectos fundamentales. En primer lugar, la influencia que ésta tenga en el devenir vital de sus miembros y los efectos psicológicos que las relaciones entre ellos pueden desarrollarse en distintos planos. Un segundo aspecto es la capacidad que tiene la familia como restaurador y soporte en la recuperación de aquellos traumas que afecten a uno o varios de sus miembros. La influencia que se les supone a unas figuras tan importantes en la vida de todos nosotros a la hora de acompañar al paciente resulta fundamental a la hora encontrar el camino y el modo que lleve a su recuperación psicológica.

En la práctica terapéutica, el enfoque de la familia como un sistema, a su vez dividido en varios subsistemas, en el cual el sujeto está inmerso, nos conduce a plantear la necesidad de atender la totalidad como medio para intentar solucionar la problemática que pueda presentar el paciente de modo individual. Se trata de entender cómo funciona el conjunto general para llegar a comprender el aspecto particular.

La terapia sistémica familiar resulta de aplicar a los trastornos que presente el individuo un enfoque que entienda las alteraciones del mismo como fruto de los patrones, estilos relacionales y modos de comunicación entre los miembros del sistema familiar, y aunque el concepto de sistema es más extenso y puede aplicarse a otros ámbitos sociales, que sin duda también influyen en la construcción de la realidad individual, como puede ser la escuela, el grupo de amigos o el entorno laborar, la familia supone siempre el primer contacto del yo con el exterior y el que tiene lugar en las fases más dependientes del desarrollo humano, es por lo tanto el más influyente y el que determinará en buena medida quiénes y cómo seremos en el futuro.

Los elementos centrales a la hora de aplicar el enfoque sistémico a la terapia deben considerar que la vida psíquica de un individuo no es exclusivamente un proceso interno y que se ve sometida a múltiples y variadas influencias en las que la familia juega un papel crucial, así las modificaciones que se hagan en la estructura familiar derivarán en la consecución de cambios en la conducta y en los procesos psíquicos internos de los miembros de ese sistema, y por lo tanto la terapia debe tener en cuenta como un todo , las variables y las tensiones que producen dentro de él.

El otro aspecto en que la familia tiene una influencia crítica es en la capacidad que ésta tiene para ayudar al paciente a recuperarse y restaurar su bienestar. Sin el apoyo por parte de las figuras de apego tan importante como suelen ser los miembros de la familia, cualquier programa terapéutico se enfrentará a una mayor dificultad, ya que la influencia e importancia que tiene el sistema familiar en la reestructuración psicológica del individuo es fundamental.

La familia juega muy frecuentemente un papel central en la construcción y protección del sentido de yo del sujeto. La certeza por parte del individuo que su familia está detrás para apoyarle, que recibe con frecuencia mensajes de ánimo y apoyo, y la confianza en que a pesar de las dificultades que puedan surgir a lo largo de todo el proceso siempre podrá contar con su ayuda, suponen un añadido único en la percepción que tiene de sus propias capacidades, ayuda a construir una mayor autoconfianza y supone un respaldo en el esfuerzo que implica el proceso terapéutico.

Entre las funciones que se esperan de la familia está la de proteger, ofrecer afecto y cariño y cuidar de las personas que la forman. Sin embargo no siempre es así y la ausencia de estos tres aspectos dentro del núcleo familiar puede tener graves consecuencias para la salud mental del sujeto que se ve afectado por algún tipo de desorden psicológico

Independientemente de la causa del mismo y desde luego en la recuperación de su problemática.

Por lo tanto, sin entrar a considerar el del tipo de familia a la que nos refiramos (nuclear, extensa, monoparental, etc.), resulta evidente la importancia que cobra en muchos aspectos del desarrollo de una persona, la influencia que tiene en la definición de los aspectos que definirán quién y cómo será esa persona y las dificultades o ventajas con las que se desenvolverá en su proceso vital.

Volviendo a Ortega, somos fruto de lo que nos rodea, de la sociedad en la que crecemos, de la cuidad o pueblo, incluso del barrio o de la calle, somos consecuencia en gran medida de las decisiones de otros, de su afectos o desafectos, de sus errores y aciertos y sobre todo de las herramientas con que nos doten o nos permitan desarrollar. Somos en definitiva, el resultado de múltiples influencias ajenas a nuestra voluntad, y en esas circunstancias aleatorias, al igual que la dotación genética con las que venimos dotados al nacer, la familia es posiblemente la circunstancia que va a tener una mayor influencia en nuestra vida.

Autor: Roberto Cerviño

Bibliografía

Ortega y Gasset, J. (1914). Meditaciones del Quijote. Ediciones Cátedra. Madrid.

Ortiz, D. (2008). La terapia familiar sistémica. Universidad Politécnica Salesiana. Cuenca Ecuador.

Piat, M, et al. (2016). Who believes most in me an in my recovery: the importance of families for persons with serious mental illness living in structured community housing. Canadian Institures of Health Research.