Los trastornos relacionados con la conducta alimentaria (TCA) son una de las patologías que mayor aumento ha experimentado en los últimos años. Estudios llevados a cabo por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) concluyeron que los trastornos alimentarios se encuentran en el tercer puesto de las enfermedades crónicas que afectan a los adolescentes. A escala mundial el número de casos de TCA se ha duplicado en los últimos 18 años y la prevalencia ha pasado del 3,4% de la población al 7,8% entre 2000 y 2018 (Galmiche et al., 2019)
Los TCA son trastornos psicológicos graves que afectan a la conducta alimentaria de las personas afectada y son la anorexia y la bulimia los más diagnosticados.
Los pacientes con TCA viven permanentemente preocupados por su imagen corporal y, mientras la anorexia está relacionada con la restricción de alimentos, las personas con bulimia tienden a tener episodios de comida compulsiva acompañados de conductas compensatorias (uso de vomito, laxantes, ejercicio excesivo, etc.).
A consecuencia de los cambios ocurridos prácticamente a nivel mundial desde los años 2000 con la aparición de Internet, es inevitable asumir que la forma de comunicarnos ha cambiado totalmente. Las redes sociales nos inundan cada día formando parte de nuestra vida como un elemento indispensable, tanto de comunicación como de influencia en todos los aspectos de nuestras vidas.
Algo que tenemos tan a mano se ha convertido en un elemento peligroso, porque no todos los modelos ni influencias mostrados son adecuados y afectan a miles de personas que se empeñan en seguirlos.
Como bien sabemos vivimos en una sociedad en la que la delgadez se vincula a éxito, fama, dinero, etc; vivimos un mundo en el que para triunfar hay que ser perfecto y sobre todo estar delgado. La moda es un elemento sociocultural que marca muchos aspectos de nuestras vidas y este concepto se puede volver peligroso cuando “la moda de la delgadez” se lleva al extremo.
Con toda la presión que ejerce la sociedad a favor de la delgadez es difícil aceptar nuestro cuerpo tal y como es, sobre todo cuando se trata de adolescentes, que están pasando por una etapa vital muy compleja tanto a nivel biológico como psicológico. Esta etapa es crucial ya que la percepción del self, la autoestima y la identidad social se pueden ver muy influenciadas por el entorno (Portela de Santana, Costa Ribeiro Junior, Mora Giral y Raich, 2012). Mientras que durante la infancia son los padres las principales figuras modelo, en la adolescencia los amigos e iguales toman gran importancia, convirtiéndose así en figuras de modelo. Partiendo de ello, no es difícil concluir con que son muchos los adolescentes que se comparan y buscan información entre sus iguales y sus influencias son muy importantes porque determinarán la autoimagen de la persona.
Dado a que la forma de comunicarnos ha cambiado de manera drástica con la aparición de Internet y múltiples redes sociales, las fuentes de influencia en cuanto a imagen corporal también han cambiado. Las redes sociales se han vuelto imprescindibles para la comunicación entre amigos e iguales y por lo tanto, se vuelven un ejemplo a seguir para los jóvenes.
Relacionado con todo lo que hemos dicho, varios estudios demuestran que cuanto mayor es la exposición a redes sociales más posibilidad hay de que el usuario desarrolle una imagen corporal negativa y por lo tanto sea más sensible a los TCA (Becker, 2011).
El informe anual sobre la difusión de contenidos de apología tanto de la anorexia como de la bulimia en la red publicado en 2010 registró que:
- Se ha producido un incremento de las páginas web que promueven la anorexia y la bulimia: Google facilita 500.000 páginas web que hacen apología de estas conductas en tan solo un segundo.
- El 75% de las personas que visitan estas páginas son jóvenes
- El 95% de los usuarios que buscan este contenido quieren perder peso a cualquier precio.
Redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram comparten hábitos de vida estrechamente relacionados con conductas alimentarias peligrosas de manera natural, a manos de cualquiera.
Uno de los casos más impactantes se presentó en 2007 con un blog llamado “Princesitas Ana y Mia” donde se daban la bienvenida a jóvenes que padecen TCA junto a frases como “Si no eres delgado, no eres nadie”. Además, las redes sociales facilitan el contacto de personas con TCA de manera que se refuerzan unos a otros sin tener conciencia del peligro que ello conlleva. Grupos de iguales que se apoyan y fomentan un trastorno.
Es claro que alguien debe hacerse cargo de la protección de las personas vulnerables que pueden caer en las “redes” de influencias peligrosas para su salud física y psicológica, pero no es menos importante incidir en una exhaustiva educación en el uso de internet, que nos permita desarrollar estrategias de autoprotección.
Referencias bibliográficas
- Becker, A. E., Fay, K. E., Agnew-Blais, J., Khan, A. N., Striegel-Moore, R. H., eta Gilman, S. E. (2011). Social network media exposure and adolescent eating pathology in Fiji. The British Journal of Psychiatry, 198(1), 43-50.
- Galmiche, M., Déchelotte, P., Lambert, G., & Tavolacci, M. P. (2019). Prevalence of eating disorders over the 2000–2018 period: a systematic literature review. The American Journal of Clinical Nutrition, 109(5), 1402 1413. https://doi.org/10.1093/ajcn/nqy342
- Portela de Santana, M. L., da Costa Ribeiro Junior, H., Mora Giral, M., & Raich, R. M. (2012). La epidemiología y los factores de riesgo de los trastornos alimentarios en la adolescencia: una revisión. Nutrición hospitalaria, 27(2), 391-401.
- Sánchez, Z. B. L. (2012). La familia y las redes sociales en los trastornos alimenticios en adolescentes de la época contemporánea. In Crescendo, 3(2), 307-320.
- Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (2018). Los trastornos de la conducta alimentaria son la tercera enfermedad crónica más frecuente entre adolescentes.